La calabaza es una hortaliza de origen americano.
Su consumo es antiquísimo calculándose que 8000 ańos A.C. aproximadamente ya formaban parte de la dieta de los incas, aztecas y mayas como algo habitual.
Muchos ańos más tarde los españoles lo llevaron a Europa donde rápidamente fue divulgado, conocido e incorporado a la alimentación.
Es sumamente nutritivo, por poseer elevadas cantidades de vitaminas A-C-B-B2 y B5 y minerales como calcio, fósforo e hierro y posee un sabor dulzón.
Su pulpa de color anaranjado nos indica su alto contenido en betacarotenos, sustancia muy importante que ayuda a prevenir el cáncer.
Quién consuma un trozo de zapallo o calabaza cruda todos los días le ayudará a regularizar el buen funcionamiento de la vejiga y riñones.
Es un alimento eficaz para combatir la anemia siempre que se coma crudo.
La cáscara de la calabaza una vez cocida puede comerse, al igual sus semillas, que una vez secas y tostadas se emplean en diferentes preparaciones las cuales tienen un alto contenido de zinc (antioxidante).
El agua de cocción de las semillas se considera apropiada para combatir parásitos intestinales.
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